jueves, 5 de diciembre de 2013

Anécdota: " escaleras mecánicas"


Recuerdo que tenía unos nueve o diez años, y mi madre, mi difunta abuela y yo, paseábamos por el mal.
Si bien, como era de costumbre, subimos al segundo piso, al patio de comidas, y mi madre siempre ha sido algo especial, según ella, y sólo utiliza ascensores y escaleras mecánicas. Nada que incluya mover demasiado las piernas. Aunque yo odio usar ascensores, subimos por la escalera mecánica, como de costumbre. Todo era normal, hasta que llegamos al final de ella.

Mi madre y yo logramos subir, pero cuando miro hacia atrás, el cordón del zapato de mi abuelita ¡estaba atorado! , fue horrible. En ese momento me asuste demasiado, y traté  de sacarlo con mis manos, mientras mi abuelita, luchaba por sostenerse, a su edad, pero era casi imposible. 

En un grito casi desesperado, mi mama pidió ayuda, a toda esa gente morbosa que estaba observando alrededor, y como era de suponerse, nadie hizo nada, más que mirar. Entre tanto luchar, logre sacar ese cordón, y la saque de ahí. 

Desde ese día, ya no puedo subir y bajar escaleras mecánicas, sin contar hasta cinco y respirar profundo. Aprendí que si estoy en aprietos, pedir ayuda no está demás, pero confío más en mi fuerza espiritual.

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